Empecé a correr en un momento crítico de mi vida, en el año 2012. Se me había muerto mi mamá un día después de que nació mi hija Victoria, estaba pasando por un divorcio y de pronto me encontraba en un hueco sin salida. Salir a correr era como mi medicina, la terapia perfecta. Me inscribí con mi hermana y una amiga en una carrera de 5km y al llegar a la meta sentí algo increíble. Así rápidamente aumentamos a 10km y en poco tiempo estaba corriendo una media maratón. Después de esa primer media maratón me metí en Hypoxic, que fueron los que me ayudaron a cumplir mi sueño de hacer una maratón. En el año 2014 hice 4 medias maratones y en Octubre hice mi primer maratón, la de Chicago. Pasando la meta ya estábamos pensando en cuál sería la próxima…
A finales del año 2014 tuve la buena noticia que me había ganado la rifa para la maratón de Berlín. Wow! Siempre me habían dicho que esta era una de las maratones más lindas. En febrero tuve que dejar de correr por casi 6 semanas porque me operaron la nariz. Tenía el tabique completamente torcido y respiraba un 95% por la boca. Mi cardiólogo me había dicho después de Chicago, que si quería correr otra maratón me aconsejaba operarme el tabique, ya que estaba esforzando mucho mi corazón. Hablé con Fabián Morales (Hypoxic) en aquel tiempo y me dijo que si me operaba a principios de febrero, todavía tenía tiempo para empezar con el entrenamiento para Berlín. Después de la recuperación de la operación me costó volver a empezar, es increíble lo malagradecido que es el cuerpo en ese sentido, cuesta mucho mejorar la condición física, pero en cuestión de pocas semanas uno siente que ya la perdió por completo. Estas semanas fuera me costaron la media maratón de la Paz, sin embargo, mi entrenador Jorge Burger me dijo que no me preocupara, que hiciera la Correcaminos en julio. Yo seguía entrenando, tratando de volver a mi pace del año pasado, pero me estaba costando mucho. A principios de julio me sentía sumamente cansada, recuerdo que en un fondo de un sábado sentía que me descomponía. Llegué a mi casa, me cambié rápidamente porque tenía competencia de equitación. Fui, competí, y en la noche me sentía agotada. Me empezó a dar fiebre y en ese momento supe que algo estaba mal. El lunes llamé a mi doctor y para hacer corto el cuento, terminé internada en el hospital, con una bacteria “tipo monstruo” (decían los médicos) en los riñones. Sólo con antibiótico a la vena la podían combatir. A los 3 días me fui a mi casa, con una enfermera que venía en las mañanas y en las noches a ponerme esta “bomba” a la vena. Una semana después, otra vez con fiebre, me volvieron a internar. Ahora había una bacteria nueva (clostridium difícil) en mi intestino. Otros 4 días en el hospital, nuevos antibióticos y seguía en reposo. Todo esto me hizo perderme la media maratón Correcaminos y 5 valiosas semanas de entrenamiento. Recuerdo las palabras de mi coach Jorge, cuando casi con lágrimas le pregunté si todavía tenía posibilidades de ir a Berlín: “Inge, haremos lo posible. Nos quedan menos de 2 meses, te voy a mandar tu plan de entrenamiento y esta vez no iremos por ningún pace ni por ningún tiempo, nos concentraremos en sólo terminar la maratón…” Y así fue… Me puse las pilas, hice mi única media maratón del año, la de Powerade. Ese día fue el que más dudé en poder terminar la maratón. Esas cuestas y ese sol… Pero ni un paso atrás!
Seguí entrenando y de repente estaba en mi corral de salida: G. Iba a correr la maratón con mi amiga de todos los entrenos, Mónica y con mi cuñado. Mónica estaba en el H, pero nos esperamos a que se fuera el nuestro y a que ella nos alcanzara. Empezó la maratón y empezamos juntos!!! Se siente una adrenalina indescriptible, para mí era una emoción enorme, porque esta vez había venido a verme toda mi familia. Desde la salida estaban mis hermanas y sobrinas con una gran bandera de Costa Rica. Salimos a un pace “conservador”, no queríamos meternos en problemas más adelante. Pero conforme iban pasando los kms, yo me iba sintiendo cada vez mejor. Mónica y yo íbamos controlando el pace, asegurándonos que ambas estuviéramos bien y admirando las bellezas del paisaje. No tiene punto de comparación una maratón con la otra, el ambiente de Chicago definitivamente es único. Lo lindo de Berlín son todos los alrededores, donde quiera que vuelva a ver uno, se encuentra con algún monumento histórico o parque bonito. Verdaderamente hermoso! Pasamos la media y todo seguía perfecto. Llegamos a los 30’s y NADA de muro… Íbamos cumpliendo al pie de la letra nuestro plan de hidratación y creo que esa es la clave (además de un adecuado entrenamiento) para no ver el famoso muro.
Cuando yo llegué al km 35, me entró una energía increíble. Tal vez porque ahí vi a mis hermanas, que me dijeron: “Papa te está esperando por ahí del km 41”. Aumenté mi pace, le bajé casi que más de un minuto x km y llegué a donde estaba mi papá… Con una bandera esperándome!!! No hay palabras… Llegué a esa meta con una energía y fuerza que no sé ni de dónde salieron. Me dolían muchísimo mis piernas, pero esta vez hubiera podido seguir corriendo (en Chicago ni 1mtr!!!)… Duré más de media hora más que en Chicago, pero por alguna extraña razón, eso no me importó! Le di las gracias a Dios por haberme dado salud y haberme permitido alcanzar este sueño.
Esta maratón tuvo un significado muy importante para mí: definitivamente querer es poder. Porque a pesar de todos los obstáculos, pude llegar a esa meta. Y pude disfrutar de cada km, corriendo como tortuga, pero feliz.
Y por último… Yo confío plenamente en el método de entrenamiento de Hypoxic. Ni para Chicago ni para Berlín corrí alguna vez más de 21km. Todos mis fondos fueron máximo de 2,5 hrs y en ninguno de ellos (por la topografía), sobrepasé esta distancia. Gracias a Fabián y a Jorge y a sus excelentes planes de entrenamiento he podido disfrutar de 2 maratones sin lesiones!!!