Maratón de Berlín, 27 de setiembre 2015 por Otto Chaverri

Otto Berlin

Una vez finalizada mi primera maratón el 12 de octubre de 2014 en Chicago tomé la decisión de participar en la rifa de la maratón de Berlín, llenando el formulario el 18 de octubre y felizmente me avisaron a finales de noviembre que había sido seleccionado. Mi objetivo en este nuevo reto era mejorar mi tiempo y prepararme mejor mentalmente para afrontar los últimos 12 km, ya que son los kilómetros más bonitos de la competencia porque es ahí donde uno ve de que está hecho.

En Chicago mi mente quiso jugarme una mala pasada, gracias a Dios solamente fueron 3 km de dudas y pude salir adelante. Por eso Berlín tenía un objetivo particular, que era básicamente lograr que mi mente no flaqueara y sentirme lo más fuerte posible pensando que lo mejor de una maratón está a partir del kilómetro 30.

Bajo esa premisa empecé a entrenar a inicios del mes de enero de este año con una gran ilusión y esperanza siguiendo al pie de la letra y en la medida de lo posible el plan de entrenamiento primero por Fabián Morales y luego por Jorge Burger. Empezaron las competencias logrando mejorar mis marcas tanto en 10 km como en media maratón, lo cual me generó confianza.

Sin embargo a principios de agosto un resfrío de esos buenos me sacó por 10 días de actividad, quitándome el ritmo de entrenamiento que traía. Al volver a entrenar me costó mucho retomar el ritmo de nuevo pero gracias a Dios lo logré. Siento que más bien este resfrío me ayudó a trabajar la parte mental.

Para la segunda semana de setiembre la emoción, ansiedad, nervios y demás sentimientos empezaron a aflorar y aumentar su nivel de intensidad. El miércoles 23 de setiembre comenzó la aventura: Costa Rica – Panamá, luego Panamá – Amsterdam y finalmente Amsterdam – Berlín. Vuelo largo pero con gran ilusión. Una vez instalado en Berlín, el viernes fue el día para asistir a la feria, con un ambiente muy bonito y que lo motivaba aun más a uno.

El día previo me fui a conocer los puntos de salida y llegada así como el punto de reunión donde uno se encuentra con los familiares. Posteriormente en horas de la tarde a descansar se ha dicho y alistar el “traje de luces”, geles, gomitas, pastillas de sal, hidratante, entre otras cosas, para dejarlas listos para el gran día.

Y bueno ese gran día llegó. Ya en la línea de salida me sentía bendecido por la gran oportunidad que Dios me estaba brindando principalmente el gozar de salud para hacer algo que me apasiona. Inició la carrera, al principio me di cuenta que iba más rápido de lo que debía de la misma emoción y ver todo ese espectáculo con los globos, música y personas apoyando, así que tocó ajustar para mantenerme en el ámbito de pace que debía.

Fueron pasando los kilómetros y fui conociendo una gran ciudad llena de historia, muchos de los kilómetros iban dedicados a familiares, amigos y amigas que me apoyaron durante todo el entrenamiento previo. En el kilómetro 7 me sorprendí porque escuché un “vamos macho” y al volver a ver era mi mamá, que no se como llegó desde el punto de reunión hasta ahí pero bendito Dios que pudo verme y motivarme…y bueno una lagrimilla de emoción extra salió…

Al pasar por los puntos de control cada 5 km y en el de media maratón siempre pensaba en las personas que me estaban siguiendo minuto a minuto por internet y que madrugaron, entre ellos mi entrenador Jorge Burger. Además en estos puntos rezaba un Padre Nuestro y un Ave María en agradecimiento por los tramos que iba cumpliendo y para pedir a su vez fuerza para lo que restaba.

Una particularidad que tiene Berlín es que si bien hay agua en todos los puestos de hidratación, el hidratante solamente está presente en los kilómetros 9, 15, 20, 25, 30 y 36 junto con frutas (banano y manzana), razón por la cual preferí llevar una botella para los primeros 9 km con Gatorate de Costa Rica y luego dejarla botada, sin embargo al ser vasos plásticos y no de papel como en Chicago la ingesta de hidratante se tornaba incómoda, por lo que tomé la decisión en el km 9 de seguir con la botella y cargar cada 5 km de hidratante, mucho más fácil para ingerir.

Seguí además al pie de la letra la estrategia de alimentación recomendada por mi nutricionista, Catalina Miranda, geles cada 30 minutos, pastilla de sal al inicio y cada hora, y para el cierre (últimos 4 km) leche condensada. Además la ingesta de pedacitos de banano por el aporte de potasio que este brinda al organismo ayudan montones.

Al llegar al kilómetro 30 me sentía fuerte, muy feliz, tranquilo y con la esperanza de mantenerme y así fue gracias a Dios. Al kilómetro 40 tomé la decisión de ir acelerando paulatinamente para cerrar con todo el último km y los metros restantes. Cuando se ve a lo lejos la Puerta de Brandeburgo la verdad sentí ganas de llorar de felicidad porque es muy cercana a la meta, prácticamente se pasa y a los 500 metros aproximadamente se llega a la meta.

Al llegar mirada al cielo diciendo: “Lo logré, Gracias Dios”, porque logré cumplir los objetivos planteados mejorando mi tiempo de maratón en 11 minutos y sintiéndome bien a lo largo de toda la carrera.

Otto Maraton

Otto Maraton

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